miércoles, 30 de septiembre de 2009

dice juarroz

es el formidable poder de la imaginación humana y su gran producto que es la imagen.



En el festival de Rotterdam quisieron tomar una parte de mis textos para un proyecto marginal del evento que denominan programas de traducción. ¿En qué consiste? Fuera de los horarios regulares, se invita a quienes participan a reunirse en una sala aparte para traducir a sus diversos idiomas una obra determinada, de un poeta que se ha elegido. Todo esto viene a cuenta por lo siguiente. Creí que no era oportuno que yo fuera a esas reuniones, ya que traducían algunos textos míos.
Sin embargo, una mañana me llaman y me piden que vaya porque había algunos giros, algunas palabras, algunos localismos que no entendían. Por supuesto, encontré allí una tarea conmovedora. ¿Qué tarea más conmovedora que encontrar a aquellos que aman lo mismo que uno ama inclinados un momento sobre lo poco que uno ha hecho? Me consultan diversas cosas y se me acerca de pronto un poeta indígena (un poeta mapuche) del sur de Chile, que había sido invitado al festival, y me dice: "Tengo un problema. En la traducción de este poema he encontrado una palabra que no existe en mi idioma". "¿Qué palabra es esa?" "La palabra espejo". Casi nada. La palabra espejo, aquella sin la cual prácticamente nosotros no podemos vivir.
Le pregunto: "¿Existe en su idioma la palabra reflejo?" Y me dice: "Sí, existe para representar, para significar el agua detenida, lo que nosotros llamaríamos un charco y que refleja las cosas después de la lluvia". Entonces, le digo: "Yo creo” (y aquí va toda mi pequeña experiencia en la vida dedicada a la poesía) “que debemos construir con esa palabra próxima, de aquella que no existe, una imagen", que no recuerdo cuál fue en aquel momento, pero supongamos que fuera reflejo estancado o reflejo detenido.

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